viernes, 31 de enero de 2014

El autor, quien falleció hace 90 años, tiene más de 500 seudónimos Bolívar Coronado escribió el Alma llanera inspirado en viajeros que pasaron por Aragua

El cronista de Villa de Cura, el profesor Oldman Botello, contó que el dramaturgo dice en su biografía Memorias de un semibárbaro que se fue a “Apure a donde un tío que le enseñó la llaneridad, los usos y costumbres”
“No hay ninguna información de que Rafael Bolívar Coronado haya estado en Apure o Guárico; sus lecturas y la información obtenida de los llaneros que llegaban a Villa de Cura como emporio ganadero, proporcionaron el conocimiento del ambiente de la pampa venezolana del sur”, explicó el cronista aragüeño Oldman Botello, sobre la fuente de inspiración del autor de la letra del Alma llanera.
Las biografías del autor de la letra del Alma llanera, coinciden en señalar en que el escritor nació el 6 de junio de 1884 en Villa de Cura, estado Aragua, donde estudio primaria. A principios del siglo XX se mudó a Caracas, donde se convirtió en periodista, y luego pasó sus últimos años de vida en España, lugar en el que escribió la mayor parte de su obra y falleció un día como hoy hace 90 años. Si el poeta no era un hombre de la sabana venezolana ¿Cómo pudo escribir la letra la canción que es considerada el segundo Himno de Venezuela?
El cronista de Villa de Cura, el profesor Oldman Botello, contó que el dramaturgo dice en su biografía Memorias de un semibárbaro que se fue a “Apure a donde un tío que le enseñó la llaneridad, los usos y costumbres”. No obstante, el docente advierte que esta anécdota forma parte “de lo novelesco de la obra” del escritor.
Ningún tío materno fue residente en Apure; tuvo un tío de su madre, Carmelo Coronado, hombre humilde que no salió de Villa de Cura y que tampoco tenía hatos en Apure.
Se imaginó al Arauca vibrante, pero es un río tranquilo, de aguas terrosas que nace en Colombia y se desplaza por las sabanas apureñas hasta entregar su caudal al Orinoco.
Para el cronista Oldman Botello, el país no tiene otra forma de recordar a Bolívar Coronado sino por el Alma Llanera, “aunque generalmente a la hora de interpretar el joropo, muchos desconocen quién es el autor de la letra y toda la creación se la endosan a Pedro Elías Gutiérrez”.
Eso se debe a que durante muchos años solo aparecía el compositor guaireño como autor, hasta que la antigua Asociación Venezolana de Autores y Compositores (AVAC ) que dirigían María Luisa Escobar y José Nucete Sardi, entre otros, convocó a los familiares de Bolívar Coronado para presentarse en dicho gremio y desde entonces los familiares de ambos creadores cobran los derechos de autor y no un autor nada más.
A decir del historiador, en Aragua solo se le recuerda al dramaturgo con una escuela en Barbacoas, creada en 1939. Desde 1984, en la ocasión del centenario del escritor una calle en Villa de Cura, antes llamada Guárico, fue rebautizada con su nombre. Hay también una calle en el barrio Piñonal de Maracay con su nombre. “Eso es lo poco que perenniza su legado literario”, lamentó.
El cronista sostiene que Bolívar Coronado dejó un legado literario integrado por crónicas periodísticas y lo considera un pionero del reporterismo en Venezuela, que comenzó hace unos cien años. En su época el escritor hacía entrevistas y fue de los primeros en salir a la calle con un reportero gráfico a fotografiar personajes y sucesos. En lo literario, dejó 26 libros, entre ellos la primera biografía de Vladimir Lenin en español, publicada en España en 1919 con el seudónimo de Jesús Castillo, así como varias antologías de poetisas y prosistas latinoamericanos, sus memorias noveladas, pero con 95% de verdad, que son sus Memorias de un semibárbaro, que reeditó en corto tiraje hace unos dos o tres años la editorial El Perro y la Rana.
Entre sus obras se destaca El Llanero, estudio de sociología venezolana, publicada en la Editorial América, de Rufino Blanco Fombona en España hacia 1919 y que atribuyó apócrifamente a Daniel Mendoza, el escritor costumbrista nacido en Ortiz (Guárico) en las primeras décadas del siglo XIX. A principios de 1950, el entonces joven investigador de literatura Oscar Sambrano Urdaneta, determinó por algunos detalles que Daniel Mendoza no escribió el texto y en una de sus obras anotó que Rafael Bolívar Coronado era el autor con tal seudónimo. “Se le han contabilizado más de quinientos seudónimos a lo largo de su carrera periodística y literaria comenzada a fines del siglo XIX y concluida con su fallecimiento en Barcelona, España, en 1924”, detalló el profesor Botello.
RBC fue opaco en las letras. Solo se admira en él la creatividad, la fuerza de su prosa y su actuación en el periodismo venezolano. Si eliminamos a Alma Llanera, nada más queda del escritor, periodista y poeta, lamentablemente. Eso ha contribuido a su anonimato en el panorama literario venezolano y recordado solo por lo pintoresco de la seudonimia: más de 500 nombres falsos.
En su descargo hay que decir que él sí reivindicó a los autores venezolanos y personajes de diferentes ramas del saber en su tiempo cuando escribió las entradas biográficas nada menos que de la Gran Enciclopedia Espasa que en más de cincuenta volúmenes se publicó –y se sigue reeditando- en España, la misma Enciclopedia que anhelaba tener Jorge Luis Borges, pero supuestamente el dinero no le alcanzaba.
-¿Por qué tituló así la biografía de RBC?
La biografía del personaje, con el título de El hombre que nació para el ruido fue tomado de lo que escribió en sus Memorias de un semibárbaro: “Yo no puedo vivir sin hacer ruido; me hace falta la movilidad, el peligro, la agresión”.
-¿Qué puede contar del estreno de Alma Llanera?
Alma Llanera se escribió en la Semana Santa de 1913 en la hacienda Santa Rosa del Sur, o Bella Vista, al sur de Villa de Cura, cuando Bolívar Coronado subió hacia esa zona cafetalera y agropecuaria a visitar a un cuñado enfermo de los nervios que buscaba la salud en la zona montañosa. Escribió la obra, una zarzuela con el nombre de Alma Llanera hasta entrado el anochecer. La niña Fulgencia Izaguirre Quero, pariente de la familia, nacida en 1900, alumbraba con una lámpara de carburo, tal como me lo contó en Villa de Cura donde nació y residió toda su vida. En septiembre de 1914, en el desaparecido Teatro Caracas se montó la zarzuela. Bolívar Coronado solicitó a su amigo Pedro Elías Gutiérrez, director de la Banda Marcial de Caracas para que compusiera la música de la zarzuela y especialmente del joropo que daba nombre a la pieza de género chico. Desde Villa de Cura hizo traer un sirviente de la familia Rojas-Tejada, el negrito Mamerto, quien ese sábado 19 de septiembre zapateó el joropo en el escenario del teatro Caracas. La obra fue un éxito para el público y fue repetida en ese escenario y en otros del país. La zarzuela no sobrevivió pero quedó para la música popular universal el joropo al que se le califica como “segundo himno nacional” y es internacionalmente conocido y admirado. Debemos destacar que a mitad de la obra, Bolívar Coronado se salió del teatro porque pensaba que sería un fracaso su zarzuela, cuando fue todo lo contrario. En el fondo era tímido e inseguro. De allí las decenas de seudónimos que utilizó en vida.
-¿Hay que reivindicar el legado?

A Rafael Bolívar Coronado hay que reeditarle sus principales obras, reivindicarlo en la literatura nacional, en la prosa, recopilar sus crónicas en El Cojo Ilustrado, La Revista, Actualidades, El Nuevo Diario, El Impulso (de Barquisimeto), Puntos y Comas (de Villa de Cura) porque en su poesía no hay nada que buscar.
Texto/Várvara Rangel Hill
Fotos/Archivo Correo del Orinoco 

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